Calla. ¿Es que no escuchas la voz de mis impulsos? ¿Es que se ha perdido entre la maleza enmarañada de nuestros yos ocultos la sensibilidad de tus sentidos a los míos? Mírame en tus pupilas, estoy contigo. Estoy en las lágrimas que se suicidaron al anochecer; En la sonrisa que nació de mis palabras, despertó en tu boca y dió a caer rendida en mis labios; Estoy en el aire que sopla a través de los mechones de tu pelo negro, en el aro infinito que el sol hace suyo con cada paso de nuestros aterdeceres; Me encuentro donde tú me busques, en los latidos de tu corazón mientras ajena dormitas, en mis te amo mudos; En la interrogante del futuro, la certeza del presente y sobre las sombras del pasado; En tus alegrías y las mías, en tu cuerpo y en tu alma; En la música que resuena en tus suspiros, en lo que te hace ser para mí y en lo que te convierte en mi camino. Calla. ¿Es que no ves que la grandeza del sentimiento hace el mundo sólo mío? Y es todo por tí, contigo.
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